Lo que mas pena me dio de marchar del Stival fue despedirme de Albert y Martin. Otros dos animadores se habían incorporado al equipo pero no me daba pena, no había ese feeling.
Llegué al camping Torre de la Mora acompañada por un chico de Acttiv. Allí el director del camping me dijo que había dos opciones para hospedarme: podía ir a la casa de animación y camareros, que estaba justo a la entrada del camping, o a la casa de las limpiadoras, que estaba dentro del camping a tres minutos cuesta arriba. Fue sincero y me contó lo bueno y lo malo de ambas. La casa de abajo eran en realidad tres casas de 4 habitaciones y ahí vivían camareros, cocineros, vigilantes, animadores, jardineros... vamos, todo el mundo. Las habitaciones eran con una o dos literas (yuhu, 4 en la misma habitación, como ronque alguno...) y había alguna individual pero ya estaban cogidas. En la casa de arriba habñia 4 habitaciones y eran todo chicas. Eran todas individuales menos la mía que era de dos camas a compartir con otra chica. No dude ni un instante en irme arriba simplemente por vivir solo con chicas. Y no me equivoqué en absoluto.
Llegué al camping Torre de la Mora acompañada por un chico de Acttiv. Allí el director del camping me dijo que había dos opciones para hospedarme: podía ir a la casa de animación y camareros, que estaba justo a la entrada del camping, o a la casa de las limpiadoras, que estaba dentro del camping a tres minutos cuesta arriba. Fue sincero y me contó lo bueno y lo malo de ambas. La casa de abajo eran en realidad tres casas de 4 habitaciones y ahí vivían camareros, cocineros, vigilantes, animadores, jardineros... vamos, todo el mundo. Las habitaciones eran con una o dos literas (yuhu, 4 en la misma habitación, como ronque alguno...) y había alguna individual pero ya estaban cogidas. En la casa de arriba habñia 4 habitaciones y eran todo chicas. Eran todas individuales menos la mía que era de dos camas a compartir con otra chica. No dude ni un instante en irme arriba simplemente por vivir solo con chicas. Y no me equivoqué en absoluto.
En un principio éramos solo tres animadores, Gaultier, Ludovik y yo, pero luego se incorporarían otros siete. Ellos eran franceses pero hablaban castellano a trompicones. Gaultier era el jefe, un negrito con rastas super hippy y super agradable. Me encantaba, fue amistad al primer "hola". Nuestra relación no era de jefe-subordinada como cabía de esperar. El confiaba en mi, me pedía sugerencias y aceptaba mis ideas. Me dejó claro que yo iva a ser la encargada de la animación infantil y me nombró segunda jefa de animación.
Mi lugar era el Miniclub, una casita al borde de la piscina llena de juegos y con mesitas para los niños. Tenía un programa de animación con horarios del año pasado pero a la semana de estar ahí le "metí mano" y lo cambié por completo a mi manera.
Por semana apenas había gente porque era temporada baja así que entraba tarde a trabajar, a eso de las once de la mañana, y salía temprano, sobre las 10 ya estaba todo recogido y listo. En el hotel Stival entre entrenamientos y trabajo estaba cosa de 13 horas trabajando al día, incluso 14, pero aquí era distinto. En total no llegaba a las 6 horas.
De 6 a 8 no tenía nunca nada que hacer así que me iva a la playa con Gaultier. Allí hablábamos de todo y nos juntábamos con la gente que veraneaba. Y las noches... el paraíso. En esa preciosa playa siempre había gente del camping de juerga bebiendo con guitarras y hogueras. Recuerdo una noche en especial con Gaultier y Ludovik y un grupo de gallegos que estaban haciendo una queimada y tocaban la guitarra y la caja. Cantamos, bailamos y nos bañamos en el mar.
Los fines de semana salíamos por Tarragona o Salou. Un camarero del camping, Unai, tenía coche y era de mi edad así que nos llevaba de fiesta: Pacha, Pachito y mil bares mas. A Port Aventura íbamos gratis por ser de animación así que lo pisamos en varias ocasiones.
¿Espectáculos? Los que quieras y más. Siempre presentaba yo en español e inglés y Gaultier traducía todo al alemán y francés. Ludo hacía de "azafato". Hicimos Qué apostamos, El precio justo y varios juegos inventados sobre la marcha.
Siempre ensayábamos bailes después de comer, en especial el Mamma Mia que teníamos que escenificar en verano. A mi me tocaba ser primera bailarina porque al ser la primera chica en llegar tenía mas tiempo en aprenderme el baile.
Por motivos personales tube que dimitir del trabajo para volverme a Asturias. Al enterarme lloré y lloré y lloré. Les comuniqué la noticia a la plantilla del camping y mas de uno no pudo contener las lágrimas. Habían pasado varios meses y todos éramos una familia. Mis cocineros Pedro y el "gay-cooker", mis camereros Unai, Marquinos y los argentinos, mis compis de casita, Patricia mi compi de habitación que la añoro muchísimo porque siempre tenía una palabra amable en su boca, Gaultier, los nuevos animadores... Unai y Gaultier lloraron y me abrazaron a mas no poder.
Después de dimitir me quedé otros tres días allí. Y mi último día: espectacular. Después de comer con toda la plantilla Pedro apareció con unas botellas de sidra y Gaultier con un oso de peluche gigante que tengo en mi habitación sobre la cama y me acompaña en todas mis mudanzas (ya van tres que no es broma). De noche no había animación así que nos sentamos todos a ver el espectáculo tomandonos unas copas. Ya llevábamos tres whiskis cuando nos dijo el director del camping que no pudo venir el show contratado y que teníamos que improvisar algo porque era sábado y había llenazo absoluto, unas mil quinientas personas en ese momento. Gaultier no dudo un momento y nos hizo ir corriendo a por las cosas del Mamma Mia: y lo hicimos.
A toda prisa, en diez minutos todo estaba listo. Era mi día, mi show, Mamma Mia: y la protagonista era yo, Sara Gutierrez. "Con un par" salí al escenario al sonar las notas de "I have a dream" y comenzó el musical. Los niños del miniclub estaban en primera fila porque yo no era una bailarina, yo era Sara, la chica con la que jugaban todos los días. Me aplaudían, me vitoreaban, sus padres también.
Cuando se cerró el telón no me lo pude creer: lo había conseguido. Gaultier hizo una despedida preciosa en el escenario diciendo que era mi último día ahí y sucedió algo increible... la gente se levantó para aplaudirme.
Y esa última noche nos juntamos toda la plantilla en el bar del camping y bebimos y reimos hasta el amanecer.
Cuando me cogí mi maleta y bajé la cuesta por la mañana no pude evitar llorar, lo iva a echar de menos.
Había cumplido todas las metas que me propuse antes de embarcarme en esa aventura de la animación. Y supe que me había demostrado a mi misma lo que valía.
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